El factor musical en los juegos de Zelda
La música. Ese orden, esa combinación de sonidos, silencios, armonías, melodías y ritmo que llevan a quien la escucha a perderse en su propia imaginación. Ese arte que, a pesar de llegar a nosotros a través del oído, es capaz de crear en la cabeza del oyente imágenes, colores y sensaciones que se perciben por todos los sentidos. Muchos medios de expresión aprovechan la música como algo complementario pero, a la vez, esencial. Una manera de potenciar una emoción, de mantener en tensión o de tranquilizar… La danza, el cine, el teatro… y cómo no: los videojuegos.
¿Qué sería de un videojuego sin música? Hay muchos en los que apenas notaríamos su ausencia: los juegos deportivos, de conducción, incluso en algunos shooter se ignora la música en pos de los efectos sonoros (balazos, gritos, explosiones…). Pero hay otros en los que no solo se echaría en falta en caso de que no estuviese, sino que perderían parte de su sentido y esencia si solo encontráramos mutismo. Dejando a un lado los evidentes juegos que dependen exclusivamente de la música (guitar heros, singstars y demás), están los que aprovechan cada nota, cada susurro, cada palpitar para crear una ambientación que sumerja y sobrecoja al jugador que, a los mandos de su consola, decida adoptar el rol de su personaje favorito. Los abrumadores silencios de Shadow of the Colossus, rotos de repente por la irrupción de una enorme mole de piedra que trae consigo una banda sonora apabullante; la melodía de los instantes finales de Metal Gear Solid 3… Momentos que a lo mejor nunca quedarían grabados en nuestras retinas de no ser por el fantástico uso que se da a las sinfonías utilizadas. Y dentro de todas las sagas que se apoyan en la música como un pilar importante en el desarrollo de sus videojuegos hay una que destaca especialmente. Me refiero a The Legend Of Zelda.
Los ecos de una leyenda
En la obra de Shigueru Miyamoto podemos encontrar muestras de las mejores piezas compuestas en la historia de los videojuegos: desde el mítico tema principal que lleva presente desde el original de NES, hasta la melodía de la campiña de Hyrule de Twilight Princess, pasando por la alegría que desprendían las notas del bosque Kokiri de Ocarina of Time. La música con tintes irlandeses era nuestra compañera de viaje cuando cabalgábamos las olas a lomos de Mascarón Rojo, cambiando de repente si algún peligro nos acechaba; o cuando viajábamos al mundo oscuro por primera vez y quedábamos convertidos en un extraño conejo rosa… y sobre todo ha sido nuestra inspiración cada vez que teníamos que hacer frente al Rey del Mal… y mucho me estoy dejando por el camino. Aún así, hasta aquí no aporta esta saga nada nuevo con respecto a otras, a parte de su altísimo nivel de calidad en la materia, obra del gran maestro Koji Kondo en su mayor parte. El momento en el que verdaderamente sentimos que la música es algo que posee un significado profundo, místico y necesario en esta serie de historias es a partir de “Ocarina of Time”.
Cuatro eran los juegos de las aventuras de Link que habían salido a la venta hasta la llegada de la epopeya de la Ocarina del Tiempo. En la primera y segunda aventuras, los dos juegos de NES, la música era un acompañamiento más. Muchas de las canciones utilizadas en juegos posteriores provendrían de estos juegos (más del primero que del segundo, cuya banda sonora no fue compuesta por Koji Kondo sino por Akito Nakatsuka), aunque dadas las limitaciones técnicas de la época no sería éste un apartado muy destacable. El siguiente juego en aparecer fue “A link to the past”, donde, ahora sí, las melodías contribuyeron muchísimo en la experiencia de juego, dejándonos temazos como el mítico “Dark World” e introduciendo el uso de una ocarina para llamar a un ave que nos desplazara rápidamente por el mapa. En 1993 saldría a la venta “Link’s Awakening”, para Game Boy, un juego que hoy día no es de los más recordados a pesar de atesorar una calidad inmensa, y que basaba su desarrollo en la recolección de ocho instrumentos musicales. Hasta este momento la saga había tenido ciertos acercamientos al mundo de los instrumentos y concebía las bandas sonoras de sus narraciones virtuales algo a tener muy en cuenta, aunque sin desmarcarse de lo que planteaban otros juegos de la época, por lo que deberíamos esperar todavía cinco años para asistir al nacimiento del que, para un servidor, es el mejor juego de la historia. En 1998 “Ocarina Of Time” reventaba todo lo que veía a su paso: récords de ventas, de puntuaciones por parte de la crítica y de adeptos… nos brindaba muchas posibilidades como libertad, un guión magnífico y un centenar de personajes únicos… mas todo ello giraba en torno a un objeto, a un simple instrumento de viento: la Ocarina del Tiempo. En ella recaía no solo la habilidad de transportarnos velozmente de un sitio a otro (tal y como ocurría en “A link to the Past”), sino que además servía para abrir puertas, para llamar a nuestra fiel Epona, para hablar con Saria, nuestra amiga de la infancia… Era la llave maestra del juego, el ítem asombroso que nos mostraba la entrada a la magnífica Espada Maestra. Los encuentros en los que Sheik nos enseña con su arpa el minué del bosque, el bolero de fuego, la serenata del agua, etc. son de las mejores escenas que brindaban esos “256 megas de oro puro”. Además, lo que hacía en cierto modo especial a la Ocarina del Tiempo, era el que fuéramos nosotros los que la tocábamos, los que interpretábamos las melodías: ya no nos limitábamos a pulsar un botón y a escuchar como sonaba la melodía de turno automáticamente, nosotros éramos los creadores de las notas emitidas por el instrumento. Todo esto, unido a la que posiblemente sea la mejor banda sonora de todos los juegos de “The legend of Zelda”, hicieron de la música uno de los ejes principales y más sólidos en los que se asentó esta obra maestra.
A partir de aquí vendrían más juegos, aunque el factor musical como algo imprescindible en la trama solo se mantuvo en “Majora’s Mask” (mediante el uso, de nuevo, de la Ocarina del Tiempo) y en “The Wind Waker” (donde la Batuta de los Vientos era nuestra mejor aliada). Poco a poco se fue perdiendo el uso de los instrumentos como algo necesario, aunque se ha seguido haciendo mucho hincapié en la música: en “Twilight Princess” interpretábamos melodías mediante los aullidos de Link-lobo, en “Oracle of Ages” avanzábamos o retrocedíamos a través del tiempo gracias al Arpa de los tiempos… a raíz de “Ocarina of Time” nunca se concibió un juego de Zelda sin poner un cuidado extremo en este campo.
Comentario final
En conclusión, el gran éxito de “The legend of Zelda” no se debe atribuir exclusivamente a su buena mezcla de géneros, a sus gráficos o al carisma de sus personajes, sino que es imprescindible sumarle la grandeza de su uso de la música, capaz no solo de atravesar los altavoces o nuestros oídos, sino nuestras emociones más profundas. Capaz de hacernos sentir, aunque sea por unos instantes, ese héroe de verde que el mundo necesita.
El tiempo pasa, la gente se mueve… como la corriente de un río, nunca acaba… Una mente infantil cambiará a una noble ambición… El joven amor se convertirá en afecto profundo… La clara superficie del agua refleja el crecimiento… Ahora escucha la Serenata del Agua que se refleja en ti.
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